Los sacerdotes hacen mucho más que celebrar la Misa y rezar todo el día.
La vida de un sacerdote es activa, exigente, desafiante… y profundamente gratificante.
Existen muchos ministerios especializados, como ser capellán, trabajar en las oficinas arquidiocesanas o enseñar en un seminario. Pero la mayoría de los sacerdotes sirven en parroquias.
La gran mayoría de los sacerdotes viven vidas felices y plenas. Aman a las personas a las que sirven y, a su vez, son amados por sus feligreses. Tradicionalmente, los sacerdotes se consideran quienes cumplen el papel bíblico de sacerdote, profeta y rey.
Enseñar
Los sacerdotes instruyen a otros en la fe.
Apacentar (Guiar)
Los sacerdotes guían, unen y animan a sus feligreses.
Santificar
Los sacerdotes administran los sacramentos y fomentan la santidad.
Las responsabilidades de un sacerdote incluyen:
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Celebrar la Misa y predicar el Evangelio.
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Dirigir una parroquia de católicos.
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Incorporar nuevos miembros a la Iglesia mediante el Bautismo.
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Escuchar confesiones y ofrecer dirección espiritual.
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Ayudar a adolescentes y jóvenes adultos a conocer a Cristo.
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Preparar a las parejas para el matrimonio y acompañarlas en su vida conyugal.
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Enseñar a las personas a orar.
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Alimentar a los pobres, visitar cárceles y promover la justicia.
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Acompañar a quienes pasan por momentos difíciles.
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Visitar a los enfermos en los hospitales y ungirlos para su sanación.
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Celebrar funerales y dar sepultura a los difuntos.
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Administrar los asuntos materiales de la parroquia.
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Orar diariamente por el Pueblo de Dios.