Los 7 pasos del discernimiento

Cada vocación es un misterio: cada hombre pasa por estas etapas de manera diferente.

Algunos solo pasarán por las etapas para descubrir el sentido de su vida laical u otros para encontrar su vocación sacerdotal.

1. La llamada

Si estás en la etapa 1 has experimentado recientemente una llamada a entregarte al Señor. Esta etapa inicial de discernimiento suele ocurrir durante la infancia, quizás en la Misa, por ejemplo de religiosos, viendo cristianos que aman radicalmente a Dios, gracias a catequistas comprometidos, con tus padres, en una clase de escuela católica o cuando un sacerdote te invita a considerar el sacerdocio.

Esta atracción inicial y misteriosa por dárselo todo a Dios es misteriosa. Convertirse en sacerdote, entregarse a la vida religiosa, ser sal y luz en medio de todos los hombres…Es aún más misteriosa porque no se tiene casi ninguna información sobre la vocación o el discernimiento.

Las emociones principales son emoción y asombro: “¿Realmente podría Dios llamarme a darme enteramente?”

2. El Tiempo de dudas

Piensas en ello de vez en cuando, pero no todos los días. La idea aparece en la Misa, al rezar por la noche o cuando alguien lo menciona. Pero piensas: “Seguro que no es para mí”, “No me hace falta nada más” “Ya voy a misa y rezo algo”... “Ser laico no es una vocación” o “Me casaré como todos”

3. Momento de rendirse

Te das cuenta de que esa llamada no desaparece, aunque lo intentes. Cedes y dejas de evitarla. Empiezas a orar más, a crecer en la fe y a buscar ayuda de un director espiritual. Asimismo, encuentras a Cristo en tu hermano yen los necesitados te abres a la entrega concreta a los demás. Comienzas a luchar la batalla espiritual de entregarse a la voluntad de Dios; algunos días ganas la batalla y otros días la pierdes. En esta etapa descubres una paz distinta, una que nace al profundizar en tu vida interior y al llevar a Cristo a cada aspecto de tu vida. Aquí aprendes a vencer miedos: el temor de perderte cosas, de no ser suficiente o de que te tachen de “santo”.

Igual no encuentras todavía paz y confirmación, descubres que tus miedos son al sacerdocio o a la vida religiosa: celibato, soledad, hablar en público, ser un buen sacerdote… los afrontas y sientes la alegría de servir a Dios y a los demás. Tu deseo de servir a los demás crece y experimentas felicidad mientras sirves.

4. Confirmación

Vas avanzando hacia la entrega a la voluntad de Dios. Tras rezar, informarte y participar en retiros, sientes paz y confirmas la llamada de Dios a dejarlo todo.

Tu director espiritual te dice que tiene las señales y cualificaciones. El elemento esencial es comprender que el discernimiento no puede avanzar más fuera del seminario o del noviciado; estás simplemente dando vueltas en círculos.

5. Viviendo la llamada.

Entras al seminario o al noviciado y vives rodeado de otros que también están discerniendo y tu vida gira en torno a la oración diaria, la Misa y el estudio serio de la fe.

Habías descubierto la llamada de Dios a vivir como laico y empiezas a fijarte en quién podría ser tu pareja confiando en Dios. Empezáis a salir y vivir el noviazgo como discernimiento: conocimiento mutuo prudente y

Es el momento de consolidar tu camino espiritual y vocacional.

6. Paz constante

Llevas tiempo en el seminario y has crecido mucho en fe, oración y conocimiento. Conoces a Jesús de manera personal y estás listo para enseñar y servir. Ahora el trabajo duro es diario, pero sientes que seguramente serás sacerdote y sabes que puedes cumplir con esa responsabilidad.

Si estás a punto de casarte, también puedes experimentar esta paz interior que nace de vivir tu vocación con entrega. Conoces a Jesús personalmente y estás listo para amar, enseñar y servir dentro de tu familia. El trabajo diario es constante: construir un hogar sólido, acompañar a tu pareja, educar a los hijos y vivir la fe juntos. Sientes que Dios te ha llamado a esta misión y sabes que, con su ayuda, puedes ordenar toda la vida social desde dentro y transformar el mundo a través del amor y la entrega de tu familia.