Discerniendo el Celibato Sacerdotal
¿Algunos de estos pensamientos son los tuyos respecto al celibato?
- “¡Realmente me gustan las chicas!”
- “No siempre he vivido una vida casta. ¿Aun así puedo ser considerado para el seminario?”
- “Lucho con la pureza, así que no estoy seguro de tener la santidad necesaria para comprometerme al celibato.”
- “El celibato parece una vida de soledad… ¿seré feliz estando solo?”
- “Creo que todavía quiero ser padre.”
El requisito del celibato es, sin duda, una de las mayores fuentes de ansiedad y temor para un hombre que discierne el sacerdocio. Esto es especialmente cierto en una sociedad y cultura saturadas de sexo.
El mensaje que recibimos de los medios y de la cultura es muy claro: ninguna persona puede ser feliz y plena si no tiene mucha actividad sexual. Pero esto simplemente no es verdad.
Como escribió el P. Benedict Groeschel:
“Los medios proclaman el mensaje de que el sexo trae felicidad. Si esto fuera cierto, viviríamos en un paraíso terrenal y el mundo sería un ‘valle feliz’.”
La buena noticia es que la gracia de Dios puede lograrlo todo. Con el poder de la cruz de Jesús, un hombre puede superar la lujuria sexual y vivir en paz dentro de su vocación. Puede hacerse. Es posible. Hay mucha evidencia.
Por ejemplo, existen aproximadamente cuatrocientos mil sacerdotes católicos en todo el mundo. La gran mayoría de ellos, en algún momento, pensaron o dijeron cosas como las mencionadas antes. Pues bien, esos cuatrocientos mil ahora son sacerdotes.
Dios nunca nos enviará a un lugar donde su gracia no pueda sostenernos.
Aunque hoy luches con la castidad, Dios te ofrece la gracia para llegar a ser sexualmente puro. No permitas que una preocupación sobre el celibato te impida considerar el sacerdocio.
Sobre todo, es importante comprender que el celibato sacerdotal no se trata de reprimir la sexualidad, sino de proclamar que las mayores alegrías de la humanidad no se encuentran en los bienes terrenales, sino en la unión con Dios, en esta vida y en la eterna.
El celibato en la Sagrada Escritura
Renunciar a la familia:
“Y todo aquel que haya dejado casas, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o tierras por mi nombre, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna.” (Mateo 19, 29)
Libertad para servir:
“¿Estás libre de esposa? No busques casarte... Los que se casan tendrán tribulaciones en la carne, y yo quisiera evitárselas... El no casado se preocupa de las cosas del Señor, de cómo agradar al Señor. Pero el casado se preocupa de las cosas del mundo, de cómo agradar a su esposa, y está dividido.” (1 Corintios 7, 27-34)
Celibato por el Reino:
“No todos pueden aceptar esta palabra, sino solo aquellos a quienes se les ha concedido. Algunos no pueden casarse porque nacieron así; otros, porque otros los hicieron así; y otros, porque renunciaron al matrimonio por el Reino de los Cielos. Quien pueda aceptar esto, que lo acepte.” (Mateo 19, 11-12)
El énfasis está en el carácter especial del celibato: no todos los hombres son aptos para él, pero es una vocación que da gloria al “Reino de Dios.”
Preguntas frecuentes sobre el celibato
¿Se permite salir con alguien mientras se está en el seminario? El seminario es como el período de compromiso para una pareja: no se sale con otros si se desea construir una relación verdadera con la persona elegida. Del mismo modo, para prepararse realmente y discernir el llamado al sacerdocio en el seminario, no se debe tener citas.
¿Y si he sido sexualmente activo en el pasado? ¿Significa eso que no puedo ser sacerdote? No. Pero ahora debes estar en proceso de abrazar la castidad. San Agustín llevó una vida muy desordenada en su juventud, pero abandonó sus caminos impuros cuando decidió vivir plenamente como católico. Debe haber un período significativo de “sobriedad sexual” antes de ingresar al seminario, normalmente de al menos dos años.
Tengo miedo de no poder mantenerme casto. Si se lo pides a Dios, Él te dará abundantes gracias para vivir una vida casta. Debes responder a esas gracias tomando decisiones castas. A medida que creces en castidad y esta se vuelve un hábito de tu vida, experimentarás fortaleza y facilidad para vivirla. El celibato es un compromiso serio que debe estar al centro del discernimiento; no es para todos, pero es posible para aquellos que son llamados.
Me parece antinatural vivir toda la vida sin sexo. La mayoría de los hombres y mujeres son llamados naturalmente al matrimonio. Por eso, vivir una vida casta y célibe va más allá de lo ordinario; es, de hecho, un llamado sobrenatural de Dios a vivir un amor radical por la Iglesia. Sí, es un sacrificio, pero las recompensas son grandes. A lo largo de los siglos, muchos santos, religiosos, monjes, monjas y sacerdotes han vivido vidas muy plenas y felices.
¿Por qué los sacerdotes no pueden casarse?
“Soy muy impaciente con algunos de los argumentos pragmáticos a favor del celibato —que libera tiempo y permite enfocarse en otras cosas—. Prefiero ver el celibato como una expresión irracional, desbordante, poética y simbólica del alma enamorada.” — P. Robert Barron
Los sacerdotes del Rito Latino renuncian a su derecho natural al matrimonio “por el Reino de los Cielos”, como enseñó Jesús a sus discípulos (Mt 19, 12). Es un don de Dios que abre el corazón del hombre para abrazar a todos los hijos de Dios de una manera profunda. Su inclinación sana y santa hacia el matrimonio y la familia se transforma en una paternidad sobrenatural, que hace que su ministerio —si es fiel— sea extraordinariamente fecundo.
Otras realidades espirituales que el celibato significa
- El celibato marca al sacerdote como un hombre consagrado al servicio de Cristo y de la Iglesia. Muestra, de manera concreta, que no es simplemente alguien que cumple funciones o desempeña un cargo, sino que ha sido transformado en su ser por el sacramento del Orden.
- El celibato configura al sacerdote más estrechamente con Cristo, el gran Sumo Sacerdote, que renunció al matrimonio terrenal por el Reino y para unirse más perfectamente a su Esposa celestial, la Iglesia.
- Es conveniente que el sacerdote que ofrece a este mismo Jesús en sacrificio al Padre, manifieste en su propia persona (aunque de modo imperfecto) la pureza y santidad de la Víctima inmaculada.
- El celibato nos recuerda el cielo, señalando la venida del Reino, cuando el matrimonio ya no existirá.